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ACTO
SEGUNDO ABRE
DE NEGRO: EXT.
CAMPAMENTO - NOCHE - PRESENTE Xena
se aleja un poco de Gabrielle cuando se da cuenta de las lágrimas
calladas que marcan la cara de su alma gemela. XENA (Continúa) ¿Por
qué lloras? No
llores. Gabrielle
niega con la cabeza y seca sus lágrimas. XENA (Continúa) Amor,
no llores, por favor. Lo
que pasó en aquel tiempo no
fue más de lo que yo merecía. Yo
era codiciosa, egoísta, tonta... GABRIELLE No
me importa. Nadie merece ser
tratado de
esa forma, Xena. Nadie. XENA Gabrielle... GABRIELLE Te
amo, Xena. La persona que eras, es
parte de quien eres ahora. Por favor, no
me pidas que no lamente tus heridas.
Por favor. No me lo pidas.
Xena
suspira. XENA Está
bien. No te lo pediré. GABRIELLE Gracias. XENA Creo
que es hora de
dormir. GABRIELLE ¡No!
¡Todavía no! ¡Tengo
tantas preguntas...! Xena
sonríe. XENA Pueden
esperar. La historia no va a ningún
sitio, pero nosotras sí. Querías llegar
a Selopolis a tiempo para ver la
actuación de Homero, ¿verdad? Gabrielle
asiente a regañadientes. XENA (Continúa) Está
bien entonces. Vamos
a dormir.
Por la mañana te seguiré
contando, después de
que estemos en camino. Gabrielle
asiente otra vez. GABRIELLE Está
bien. Xena se pone en pie
levantando delicadamente a Gabrielle con ella, y las dos caminan hacia sus
mantas de dormir. En sólo unos momentos están acurrucadas en sus mantas,
y el único sonido es el de los grillos contando sus propias historias al
cielo de la noche. CORTE
A: EXT.
CAMINO - AMANECER - PRESENTE Como de costumbre, Xena
y Gabrielle se despiertan temprano y se ponen en camino antes de que
amanezca completamente. Xena va montada en Argo y Gabrielle camina al su
lado comiendo parte de los víveres. Cuando termina su desayuno, se limpia
las manos en la falda y mira a Xena. GABRIELLE Bonita mañana.
XENA Mm. Gabrielle
suspira. Xena no había estado nada comunicativa desde que se despertaron,
y ella sospecha que la historia que desea oír se va a olvidar. En
cambio, Xena la sorprende. Mirando a
la distancia, comienza a hablar. XENA (Continúa) No
sé cuánto tiempo pasó, pero al fin desperté en el
templo. Mis heridas habían sido cuidadas; así
que supe que, quien me había atendido, quería
que me quedase por allí un rato. CORTE
A: INT.
TEMPLO - DÍA - PASADO Xena abre sus ojos y ve
la cara sonriente de un hombre viejo y demarcado con barba gris mirándola.
Lleva puesta una sotana roja con una correa y cinta negras.
Detrás de él hay un cuarto pequeño, de apariencia inmaculada,
con espacio suficiente para una cama, y una mesa pequeña con una jarra de
agua y una taza de madera. XENA (con
voz ronca) ¿Cuánto...
tiempo? HOMBRE Unos
cuantos días, guerrera. Estabas
mal herida cuando cruzaste
nuestro umbral. Xena
sube una ceja sorprendida. XENA Hablas
griego. La
sonrisa del hombre se ensancha. HOMBRE Afortunadamente.
Y, por cierto, resulta que también
soy griego y sirvo en un
templo griego, además. Xena
intenta levantarse con los codos. XENA ¿Cómo? ¿Dónde?
El
hombre coloca una mano sobre su hombro, deteniéndola. Es una mano fuerte,
a pesar de la aparente fragilidad del hombre. HOMBRE No
temas, guerrera. Estás en el mismo
lugar donde caíste inconsciente
por tus heridas. XENA ¿Un
templo griego? ¿En
la escalinata? HOMBRE Efectivamente. XENA (recelosamente) ¿Un
templo dedicado a quién? El
hombre eleva un brazo y lo extiende ampliamente. HOMBRE A
Ares, por supuesto. ¿Qué mejor lugar
para honrar la Guerra que donde es siempre
tan gloriosamente practicada? Xena
continúa mirando recelosa. XENA ¿Cuál
es tu nombre? HOMBRE Eneas. XENA (sonriendo) “Digno
de alabanzas”. Piensas mucho en ti mismo, ¿no?
Eneas
sonríe. ENEAS Alguna
vez, quizás. Ahora no soy
sino un anciano
lisiado, útil sólo para mantener
el altar limpio. XENA Mm. ENEAS ¡Y
mira! Mi mente desvaría incluso
ahora. Alcanza
un jarro y echa en él un poco de agua, ofreciéndoselo a Xena. ENEAS (continúa) Bebe
lentamente. Tu cuerpo todavía está curándose
de sus heridas. Xena
ignora sus palabras y bebe un sorbo del agua. Está limpia y fría y sacia
su sed admirablemente. Le devuelve el jarro vacío asintiendo. ENEAS (continúa) Eres
mujer de pocas palabras, aunque
veo muchas preguntas ardiendo
en tus ojos. Xena
estrecha la mirada hacia él, haciéndolo sonreír. ENEAS (continúa) Bueno,
entonces... ¿Puedo al menos saber tu nombre,
guerrera? Es bueno saber por
quién se están invocando bendiciones. XENA No
necesito tus bendiciones,
sacerdote. ENEAS Las
recibirás, no obstante. Es
mi trabajo, después de todo. (pausa) ¿Tu
nombre? ¿Por favor? Refunfuñando,
Xena accede. XENA Soy
Xena. ENEAS Ahh,
he oído hablar de ti. Se dice que
dejaste esta tierra mutilada; sin embargo, aparte
de tus más recientes heridas, incluso un
anciano como yo puede ver que eres
fuerte y saludable. XENA (sonriendo) Tuve
un poco de ayuda. ENEAS Efectivamente.
Una buena historia que vale la
pena escuchar, lo apostaría. La
sonrisa de Xena se agranda, pero recuerda en silencio. ENEAS (continúa) En
otra ocasión, quizás. Por ahora, tú debes
descansar y reponer fuerzas. Si
necesitas algo, sólo tienes que llamar
y regresaré. Todavía en silencio, Xena se vuelve y recuesta en la camilla, cierra sus ojos y, casi instantáneamente, se duerme. Eneas le sonríe, con una sonrisa llena de satisfacción y especulación.
ENEAS (continúa,
suspirando) Lo
harás, Xena de Amphipolis. Lo
harás muy bien, definitivamente. CORTE
A: EXT.
CAMINO - MEDIODÍA - PRESENTE Xena
y Gabrielle se han detenido en su viaje para ayudar a un comerciante cuyo
carro ha perdido una rueda. Después de haber rechazado la oferta de un
pollo vivo, Gabrielle agita su mano al comerciante que se aleja. Xena
limpia el lodo de su cuello y cara con un trapo mojado. GABRIELLE Bueno,
esa fue nuestra buena
obra del día. XENA No
hables tan pronto. Gabrielle
sonríe. GABRIELLE Tienes
razón. Tal cual son nuestras vidas, estaremos
rescatando a un rey y su familia de un pozo antes de que oscurezca.
Poniendo
en blanco sus ojos, Xena guarda el trapo y luego brinca sobre Argo. XENA Vamos.
Cuanto antes… GABRIELLE ...nos
marchemos, antes podremos evitar a
ese rey y sus pozos, lo sé. Entonces…
¿Qué pasó después de que te
despertaste la segunda vez? XENA ¡Estás
ávida por un castigo! ¿Verdad? GABRIELLE ¡Hey!
Sucede que creo que es una historia
muy interesante. La declamación te
supondrá un poquito de trabajo, pero…. XENA ¿Disculpa?
¿Qué hay de malo
en mi declamación? Gabrielle
acaricia la pierna de Xena. GABRIELLE Xena,
Xena, Xena… No
hay nada de qué avergonzarse. Le
pasa a todos los novatos. XENA (gruñendo) Novata,
¿eh? Ya veremos si consigues que
diga algo más. GABRIELLE Oh,
Xena, vamos. ¿Por favor? Xena
oculta su sonrisa. XENA Hmph. GABRIELLE ¿Por
favorcito? XENA No. GABRIELLE ¿Por
favorcito con esas pequeñas bolitas
de masa hervida rellenas con
la sustancia roja encima? XENA ¿Para
la cena? ¿Esta noche? Gabrielle
se ríe. GABRIELLE Di
de lleno, ¿verdad?
XENA (con aire de suficiencia) Con
ambos pies. GABRIELLE Está
bien, está bien, lo prometo. Ahora
la historia y las bolitas de masa hervida rellenas con
la sustancia roja, esta noche. ¿De acuerdo? XENA De
acuerdo. CORTE
A: INT.
TEMPLO - DÍA - PASADO Xena
se sienta en el borde de la cama, examinándose. Su brazo roto está
cuidadosamente vendado y no le duele mucho. Las heridas de flechas, arañazos
y cortes han comenzado a curarse, y ella asiente con satisfacción. Se
pone en pie, y no se permite tambalearse cuando un mareo temporal la
asalta. Enseñando los dientes y con las mandíbulas atenazadas da unos
indecisos pasos y luego se relaja, al comprobar que su cuerpo puede
soportar su peso y actividad. Eneas
está parado cerca de la puerta, mirando. ENEAS Eres
una persona muy
decidida. XENA Decidida
a salir de
este Tártaro, sí. ENEAS ¿Por
qué? ¿Ha sido tu cuidado tan pobre
que el estar aquí te repudia? XENA Esto
es un templo. No me doblego ante ningún dios. Ni siquiera ante el dios de la guerra.
Eneas
sonríe. ENEAS No
recuerdo haberte pedido que
hicieras una reverencia. ¿Acaso
mi mente se ha confundido otra vez? Xena
gruñe. ENEAS (continúa) Xena,
Ares no necesita tu adoración
ni tampoco la quiere. Xena
resuella. XENA Sí,
seguro. Ares es un dios y quiere lo que
todos los dioses quieren. No son nada más que unos
asquerosos egoístas de segunda a quienes les gusta
entremeterse en los asuntos de los mortales a
los que se supone que deberían proteger. El
sacerdote trata de disimular una carcajada tosiendo. ENEAS Xena,
tú eres una guerrera; Ares representa a la guerra. ¿No
te das cuenta de que cada vez que empuñas tu
espada, lo estás invocando? ¿Qué
cada vez que disfrutas de
una batalla, estás disfrutando de él? XENA Pues
si disfruto, Sacerdote, es mi decisión, mi sentimiento. Así
como propias son mi fuerza y mi voluntad. No necesito que
un dios de segunda clase se lleve el crédito por
lo que yo hago. Yo decido mi destino. ENEAS Y
sin embargo, si no hubieses tenido la fortuna de caer,
literalmente, en uno de sus templos, ahora estarías muerta. Sí
bien, quizás no por tus heridas, con
seguridad debido a la horda de bárbaros que
pretenden exhibir tu cabeza como trofeo. XENA Yo
no me emocionaría tanto al
respecto, si fuese tú. ENEAS Oh,
créeme, no lo estoy. (pausa) Por
favor, quédate. El ejército de Khan ronda por estas
tierras sin que nadie se le oponga. En el estado en
que estás, tus probabilidades de escabullirte por
entre sus tropas son muy escasas. ¿En qué te puede afectar
pasar un poco de tiempo recuperando fuerzas? XENA Pues
tú estás peor que yo si insistes en
tratar de entregarme a una de esas marionetas
que se dicen adoradores de Ares. ENEAS Por
favor, créeme... Eso nunca pasó por mi mente. Obviamente,
no puedo retenerte aquí contra
tu voluntad, pero sí me gustaría que estuvieras en
mejores condiciones cuando partas. XENA (calculando) ¿Y que ganas tú con eso, Sacerdote?
ENEAS Sólo
la satisfacción de devolverte todo
tu potencial de guerrera. Nada
más. XENA ¿Y
puedo irme cuando
quiera? ENEAS Cuando
quieras. Xena
lo piensa mientras observa el pequeño y perfectamente ordenado cuarto. XENA Está
bien, pero quiero que me traigan mis armas y mi armadura.
No tengo intención de andar paseando
semidesnuda por este lugar. ENEAS (voz
baja) Qué
lástima. XENA ¿Qué? ENEAS Dije:
“de inmediato”. Xena lo sigue con una
mirada fría hasta que él se va; luego se sienta en el camastro. XENA De
inmediato, imbéc… FUNDIDO A NEGRO.
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FIN
DEL SEGUNDO ACTO |